

EL MOMENTO EN QUE DEJÉ DE REIRME
Lo que no te esperabas sobre semejante yate Hasta dejé de reírme de una broma que me hacía mi amigo.
- ¿Tu te subirías a uno de estos? - me preguntaba apuntando a un yate a motor de 25 metros atracado en el mismo pantalán, en el cual acabábamos de dejar nuestro velero. Recuperando el buen humor que traía de abordo le dije señalando la cubierta:
- Si ahí arriba hay fiesta con buena música, gente desenfadada riéndose a carcajadas y un buen cava ¡me subo ya! - mientras me mo